Hace algo más de dos meses todos nos embarcamos en una nueva aventura. Venidos de diferentes lugares de España, con motivos diferentes, pero todos con algo en común (no es la locura), la ilusión de empezar una experiencia nueva. Unos queriendo salir de España y su penosa situación en el momento, otros con ganas de probarse a ellos mismos, otros por descubrir, comparar, crecer, vivir en USA... Pero todos sin apenas dudarlo, nos presentamos en Madrid para ser entrevistados por nada más y nada menos el distrito de Dallas. Poco conocíamos de la ciudad, aparte de la serie, los Mavericks y poco más. Pero lo cierto es que sonaba bien eso de trabajar en Dallas.
Y con esa ilusión, y una maleta llena de nervios, intriga, alguna que otra lágrima, algo de ropa y muchas, muchas ganas, nos conocimos en ese ya mítico Raddison hotel. Parecía que hubiésemos aterrizado en el infierno, del calor tan asfixiante del mes de julio. Nos tuvimos que poner las pilas rápidamente, pese a las millones de preguntas y dudas que nos asaltaban por segundo. Así conseguimos la seguridad social, unos con algo más de esfuerzo que otros (¡ay esa Christie!), ya teníamos cuenta en el banco, casa en The Village (cuántas horas echadas al principio en el Country para conectarnos a internet), los coles ya nos habían fichado a todos con diferentes destinos, eso de kinder y clase en español no era para todos y tenían razón, aquí los principals pueden hacer lo que se les antoje en el momento. Las idas y venidas al Ikea eran constantes, al walmart... Y llegó el mejor momento, la búsqueda del coche y esa gran pesadilla. Pero al final, todo se soluciona y todos conseguimos nuestros super coches, bien reconocidos en nuestros respectivos colegios. Los mejores coches, los de los españoles sin duda. Incluso conseguimos que nos pagaran a tiempo, los número empezaban a teñirse de rojo.
Esos primeros días, que a la vez parecían meses, fueron tarea poco fácil. Los trainings, los LO, DOL, MRS, y miles y miles de siglas que aquí les encanta utilizar y que a la vez nosotros no sabíamos ni por dónde nos venía el aire. Las horas y horas haciendo lesson plans, preparando clases e intentando sobrevivir en este sistema educativo. Pero todo no era trabajar, aunque a veces lo pareciese. Y así, poco a poco se fueron creando las conexiones. Las dudas de unos eran de ayuda para otros. Las noticias se pasaban a través de facebook, whatsapp, mensaje o de cualquier manera para así poder ayudar a nuestra familia. Cables, destornilladores, coches, móviles, adaptadores... cualquier cosa estaba a disposición de todos. Y cómo no, las fiestas, barbacoas, cumpleaños con sorpresas de infarto, en la piscina, con pizzas de frattelli, en terrazas... fueron una constante. Los abrazos se han repartido casi a diario y para ello hemos tenido a una gran profesional. Las palabras de aliento cuando alguno se venía abajo, las risas, hablar con el manager del restaurante, las locuras cada segundo, las fiestas temáticas, cine, los Oscar´s, los partidos de american football, basket, hockey o baseball. Vamos que no nos hemos perdido una. Y sobre todo, los viajes. Nos hemos pateado gran parte de los EEUU, conociendo lugares increíbles, gente increíble, captando así la esencia de este país tan increíble.
Y todo esto es simplemente... INCREÍBLE. Increíble porque aquí hemos vivido cosas que antes no habíamos vivido, increíble porque hemos superado todas las situaciones (incluyendo Dallasisd) e incluso a nosotros mismos, increíble porque hemos crecido profesional pero también personalmente, increíble porque hemos conocido una nueva cultura (o muchas, depende de como cada uno lo mire), pero sobre todo, increíble porque la hemos disfrutado juntos. Esto no hubiese sido lo mismo sin la presencia de todos y cada uno de vosotros. Esa gran unión que comenzó hace casi dos años y que es uno de los mejores regalos que uno se puede llevar de aquí.
Jamás olvidaré las primeras conversaciones en el bus camino hacia el Luby´s para comer los primeros días de training en el Cesar Chavez. Siempre recordaré las palabras de ánimo cuando aun no tenía colegio y no sabía qué iba a ser de mí. Vuestra ayuda cuando el coche falló al principio. Las conversaciones en el gym, el super torneo de tenis, las barbacoas y comidas aragonesas, las partidas del pictionary, la sorpresa de mi primer cumpleaños aquí, las barbacoas y las pool parties, los avisos de tornado, los saltos al enterarnos que se cancelaban las clases, las palabras de ánimo en los momentos más difíciles aquí, los saludos en el White Rock cuando coincidíamos corriendo o en bici, las carreras compartidas, las cenas de fin de semana en cualquiera de los millones de restaurantes en Dallas, los conciertos de Peter, Jose o Jimmy, compartir un poco de vuestra felicidad cuando venían vuestras familias a visitaros, conocer que una nuevas vidas se estaba generando, las horas y horas charlando, y todos y cada uno de los muchos instantes compartidos han hecho que ésta sea una de las mejores experiencias de mi vida.
Gracias por formar parte de ella y sobre todo, gracias por vuestras locuras, porque es lo que han dado el toque especial a esta etapa del camino.
Esto solo es el comienzo de otra gran etapa.
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